#Beneficiencia
La beneficiencia es una forma de solidaridad con los más necesitados, se basa en el altruismo y la generosidad. No se trata de una obligación, sino de un acto voluntario y desinteresado. Sin embargo, muchas veces vemos que la beneficiencia se utiliza como un medio para obtener beneficios secundarios, un "valor agregado" en el ámbito comercial, social, personal o político. Esto es una falta de respeto a las personas que reciben la ayuda, y también a las que la ofrecen sin esperar nada a cambio.
En primer lugar, la beneficiencia no debería estar ligada a labores de promoción comercial. Algunas empresas aprovechan sus acciones benéficas para publicitar sus productos o servicios, o para mejorar su imagen ante el público. Esto puede generar desconfianza y sospecha sobre las verdaderas intenciones de la empresa, y también puede restar valor a la ayuda que brinda. En lo posible, la beneficiencia debe ser un fin en sí mismo, no un medio para obtener ganancias.
En segundo lugar, la beneficiencia no debe estar ligada a labores de responsabilidad social, que es algo diferente. La responsabilidad social es el posible compromiso que tienen las empresas y otras organizaciones con el desarrollo sostenible y el bienestar de la sociedad. Esto implica cumplir con las normas legales y éticas, respetar los derechos humanos y el medio ambiente, y contribuir al progreso social y económico. La responsabilidad social no es una opción, sino una forma de retribución. La beneficiencia, en cambio, es una opción, que va más allá de lo que se espera o se exige.
En tercer lugar, la beneficiencia no debe estar ligada a labores de política. Algunos políticos utilizan la beneficiencia como una forma de ganar votos o simpatías, o de influir en la opinión pública. Esto puede generar dependencia y clientelismo, y también puede distorsionar el sentido de la democracia y la participación ciudadana. La beneficiencia debe ser un acto libre y espontáneo, no una estrategia o una manipulación.
En conclusión, la beneficiencia es una expresión de amor y solidaridad con los demás, que no debe tener ningún otro propósito que el de aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de las personas. La beneficiencia debe ser auténtica y transparente, no falsa o interesada. La beneficiencia debe ser un valor humano, no un instrumento comercial, social, personal o político.